miércoles, octubre 26, 2005

Días a Granel IV

Tiene cara de haber madrugado, seguro que a las siete en punto ya estaba en pie para ayudar a su hijo a prepararse para el colegio. Ha hecho el desayuno con todo el cariño que podía añadir a las siete y cuarto, y se ha preparado rápidamente. A las ocho ya estaba saliendo por la puerta con Jaime de una mano y su mochila de otra... Nunca entendió la necesidad de una mochila tan grande para un niño tan pequeño...
A las ocho y media se cerraron las puertas del colegio y decidió hacer alguna compra en el mercado: lechugas, una barra de pan, un par de pechugas de pollo y unos pastelitos de esos que le encantaban a su marido. Cuando volvió a casa Paco ya se había ido a trabajar. Hizo las camas, fregó lo que aún quedaba del desayuno y preparó las cosas del trabajo.
La verdad es que no era gran cosa, pero desde que le había salido ese trabajo en la residencia de ancianos, no tenían que hacer milagros para llegar a fin de mes. Es cansado, duro, todo el día escaleras arriba y escaleras abajo, pero casi disfruta de él, de las sonrisas de los ancianos, de sus ojos... y eso le encanta... desde las diez y media a las seis de la tarde trabaja en aquel centro, haciendo de todo un poco y nada al mismo tiempo... limpia, asea, sirve comidas... El niño come en el comedor del colegio y su marido suele ir a comer a casa de su madre, que vive al lado justo de la fábrica.
A las seis sale disparada hacia el colegio, donde Jaime está a punto de salir de la clase de música, es algo cara pero merece la pena sólo viendole hablar entusiasmado de las notas que aprendió a tocar esta tarde al piano... Ya le lleva preparado un pequeño bocadillo de chocolate, que debora casi sin pestañear.
Al llegar a casa le ayuda en las tareas, pone la lavadora, y empieza a hacer la cena, acompañada de las noticias de la radio. A las ocho llega Paco, cansado, sólo con ánimo de tumbarse en el sofá...
Cenan, en silencio, no hay ningún problema pero ninguno tiene ánimos de compartir como le ha ido el día... tras el postre, Jaime se cepilla los dientes y se va a dormir... ella le arropa y le da un beso tranquilo en la frente.
A las once ya está muy cansada. Se va a la cama. Paco sigue viendo la televisión, una película del oeste creo... hace mucho que algo entre ellos se había ido... desde aquella noche de San Valentín hace dos años... Antes de irse a domir echa un vistazo a su hijo, lo que más quiere en el mundo, duerme tranquilo... En la cama piensa, hace balance de todo lo que ha de hacer al día siguiente, comprar el cuaderno para Jaime, llevar los zapatos de Paco a arreglar, leche, creo que se acabó en la merienda... e incoscientemente hace balance de su día, de sus sentimientos dados, de sus caricias regaladas, de sus sonrisas desprendidas y de su vida rasgada...

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