Mariachis suenan, tal vez con chocolate, pero no ahogan la melodía de un beso en el hueco por donde entran los versos más lindos jamás pronunciados. No llegaron los convalecientes, tampoco los locos, ni los simples... realmente no llegó nadie, hasta aterrizar en el dos por dos y el "hasta mañana".
El amor, invadió el cuerpo inocente de quien no supo mostrarlo más que diluido en gotas saladas que escapaban allá donde La Sonrisa estuviera, pues allá estaría el refugio del ave de la noche, del profeta errante en tiempos sufrientes..
Y así, a párpado roto, se sintió feliz de haber olvidado el corazón en el pelo de una princesa con cazadora vaquera.