Dicecisiete horas acompañado de mí mismo y una sonrisa, escondieron noche y día de novedades, amistades y amores ocultos bajo las piedras de caminos recorridos.
Día de aire y flores, de mordisco en la barbilla, de "qué bueno que viniste".
Día de tragos de mora, de fronteras y estaciones, de abrazos a granel y vino.
Noche de fiesta y compañia, de mesa compartida sin distancias, de cerveza y valentía.
Noche de duendes y princesas, de me lanzo o espero, de llamadas incompletas.
Y la niña de ojos grandes celebró añadir una primavera más al carro de su propio ser, celebrándolo con venas hinchadas de calory cariño. Y la niña de los ojos lindos convalecientes olvidaba sonreír ante las lunas de los bares de costumbre. Y la niña de los ojos chicos sonreía a su inocencia. Y el chico de los ojos tristes se deslizaba por el tubo de una botella para olvidar que ya no existía. Y el chico de los ojos rojos se empapaba del perfume de los ojos lindos, de la sonrisa de los ojos grandes, de la inocencia de los chicos y del odio de los tristes, grabando palabras en los labios para besar las estrellas de la noche en la que nos robaron una hora.
Día de aire y flores, de mordisco en la barbilla, de "qué bueno que viniste".
Día de tragos de mora, de fronteras y estaciones, de abrazos a granel y vino.
Noche de fiesta y compañia, de mesa compartida sin distancias, de cerveza y valentía.
Noche de duendes y princesas, de me lanzo o espero, de llamadas incompletas.
Y la niña de ojos grandes celebró añadir una primavera más al carro de su propio ser, celebrándolo con venas hinchadas de calory cariño. Y la niña de los ojos lindos convalecientes olvidaba sonreír ante las lunas de los bares de costumbre. Y la niña de los ojos chicos sonreía a su inocencia. Y el chico de los ojos tristes se deslizaba por el tubo de una botella para olvidar que ya no existía. Y el chico de los ojos rojos se empapaba del perfume de los ojos lindos, de la sonrisa de los ojos grandes, de la inocencia de los chicos y del odio de los tristes, grabando palabras en los labios para besar las estrellas de la noche en la que nos robaron una hora.