martes, marzo 21, 2006

El escritor

Y entonces el escritor pensó que no estaría mal añadir una hoja más a su historia. Desenfundó la pluma que le habían regalado hace años, bajo la luz de una luna un tanto tímida, y se dispuso a empaparla de tinta negra como negra era la noche de las últimas semanas. Rozó sólo con la punta la superficie de aquel tenebroso elemento como miles de noches había hecho años atrás. Rozó, y no ocurrió nada, nada, repitió, nada....
Arrugó el entrecejo creyendo que había sido envuelto por la dama de los sueños, mas las sospechas se desvanecieron a través de un pinchazo en la mano, como atravesándola, como castigándolo por las noches muertas frente a papeles grises... y de repente ocurrió... el tintero se inclinó dando la razón a Newton, la tinta se derramó por la mesa, primero lentamente pero cada vez más rápido... los papeles ennegrecieron, las historias se apagaron, las palabras se volvieron ilegibles, las comas cayeron de las líneas para dar lugar a manchas inertes... y entonces... sólo entonces... el escritor lloró...

2 comentarios:

Insanity dijo...

Felicitaciones.
Este post está atravesado en mi garganta. Como un nudo inexplicablemente apretado.
Mis respetos.

Carolina dijo...

Nooo, ¡qué triste! todo el trabajo, todos los esfuerzos en vano.

Sé lo que se siente, y es horrible!!

Pasé a visitarte, te cuento que soy una más de las que no encajan en el sistema. :)

Saludos!