miércoles, octubre 26, 2005

Días a Granel 0

Historias del despertador de un hotel
Silencios que se reparten al por mayor
Vidas que no encuentran en lo que creer
Caminos con destino el contenedor

Luces escondidas en esta ciudad
Labios con sabor a coco y miel
Nunca esperes que no te va a tocar
Nadie es libre de un día a granel

Desesperaza, desilusión por afrontar nuestra aventura
Demosle un poco de color
Verde futuro, rojo pasión y color de la azucena
Para verlo mejor
Para verlo todo un poquito mejor

Ausencia de proyectos por hacer
Horas malgastadas en el bar
Luces que no acaban de brillar
Recuerdos incapaces de olvidar.

Noches que parecen lluvias de abril
Lunas que no dejan de llorar
Círculos de los que nadie va a salir
Nuevos golpes duros a encajar


Mil preocupaciones en un sinvivir
Caminos ocultos por el mar
Mar de las lágrimas que caen en almohadón
Ausencia de sal para endulzar

Soledad oculta en la multitud
Labios mordidos por sufrir
Ni en la madurez ni en la juventud
Estas libre de un día a granel

Días a Granel IV

Tiene cara de haber madrugado, seguro que a las siete en punto ya estaba en pie para ayudar a su hijo a prepararse para el colegio. Ha hecho el desayuno con todo el cariño que podía añadir a las siete y cuarto, y se ha preparado rápidamente. A las ocho ya estaba saliendo por la puerta con Jaime de una mano y su mochila de otra... Nunca entendió la necesidad de una mochila tan grande para un niño tan pequeño...
A las ocho y media se cerraron las puertas del colegio y decidió hacer alguna compra en el mercado: lechugas, una barra de pan, un par de pechugas de pollo y unos pastelitos de esos que le encantaban a su marido. Cuando volvió a casa Paco ya se había ido a trabajar. Hizo las camas, fregó lo que aún quedaba del desayuno y preparó las cosas del trabajo.
La verdad es que no era gran cosa, pero desde que le había salido ese trabajo en la residencia de ancianos, no tenían que hacer milagros para llegar a fin de mes. Es cansado, duro, todo el día escaleras arriba y escaleras abajo, pero casi disfruta de él, de las sonrisas de los ancianos, de sus ojos... y eso le encanta... desde las diez y media a las seis de la tarde trabaja en aquel centro, haciendo de todo un poco y nada al mismo tiempo... limpia, asea, sirve comidas... El niño come en el comedor del colegio y su marido suele ir a comer a casa de su madre, que vive al lado justo de la fábrica.
A las seis sale disparada hacia el colegio, donde Jaime está a punto de salir de la clase de música, es algo cara pero merece la pena sólo viendole hablar entusiasmado de las notas que aprendió a tocar esta tarde al piano... Ya le lleva preparado un pequeño bocadillo de chocolate, que debora casi sin pestañear.
Al llegar a casa le ayuda en las tareas, pone la lavadora, y empieza a hacer la cena, acompañada de las noticias de la radio. A las ocho llega Paco, cansado, sólo con ánimo de tumbarse en el sofá...
Cenan, en silencio, no hay ningún problema pero ninguno tiene ánimos de compartir como le ha ido el día... tras el postre, Jaime se cepilla los dientes y se va a dormir... ella le arropa y le da un beso tranquilo en la frente.
A las once ya está muy cansada. Se va a la cama. Paco sigue viendo la televisión, una película del oeste creo... hace mucho que algo entre ellos se había ido... desde aquella noche de San Valentín hace dos años... Antes de irse a domir echa un vistazo a su hijo, lo que más quiere en el mundo, duerme tranquilo... En la cama piensa, hace balance de todo lo que ha de hacer al día siguiente, comprar el cuaderno para Jaime, llevar los zapatos de Paco a arreglar, leche, creo que se acabó en la merienda... e incoscientemente hace balance de su día, de sus sentimientos dados, de sus caricias regaladas, de sus sonrisas desprendidas y de su vida rasgada...

lunes, octubre 17, 2005

Días a Granel III

Seguro que ha dormido la mañana, hasta las once y media por lo menos. Se ha levantado nerviosa y su primera reacción ha sido ir disparada al baño a jurarse hasta la noche que nunca jamás volvería a beber ginebra. No había nadie en casa así que pudo echar una larga hora en ponerse mona, se siente mucho más protegida tras el maquillaje y la plancha del pelo. Los pantalones ajustados la convierten en la envidia de muchas y el deseo de muchos más, se siente perfecta y eso le encanta... piensa que muchas desearían ser como ella y se compadece...
Come algo ligerito, y por supuesto uno de sus batidos milagrosos. Dispuesta a comerse el mundo ha salido de su casa para dirigirse al trabajo. Va todos los días andando porque le gusta que la miren al pasar los chicos que vuelven del institutos y que la convierten en el mejor recuerdo del día. El trabajo en la tienda no es demasiado bueno pero no le importa.. no necesita mucho para vivir y tiene mucho tiempo libre... Odia a las típicas mujeres que se acercan a la tienda a sabiendas de que muy pocas cosas son de su talla.. más bien se compadece de ellas... deberían darles vergüenza...
Al final de la tarde se acerca al gimnasio, una hora de ejercicio al día no le parece suficiente pero es de lo que dispone antes de que cierren las instalaciones. Después de la bicicleta y la cinta, se va a un bar de tapas, con un antigüo amigo, o tal vez un amante. Él la desea y eso le encanta... la invita a tomar unas copas... ella es consciente que su amigo no puede dejar de pensar en la estrategia de llevarla a la cama... las horas pasan, las copas, los besos, las mentiras para impresionar... A las seis de la mañana se despierta sobresaltada, la cabeza le estalla y un olor a colonia masculina inunda la habitación que parece desierta... se levanta despacio.. aún es de noche... se mira al espejo y se ve fea, verse le da pena, le da asco... se asoma a la ventana... la luna parece estar iluminada...

miércoles, octubre 12, 2005

Días a Granel II

Seguramente que se ha levantado prontito, casi al amanecer, por ejemplo a las siete en punto. Procura madrugar bastante para no andar con prisas, nunca le han gustado. Desayuna en la cocina, sola, acompañada de los ronquidos lejanos del resto de la familia que aún aprovecha una hora extra de sueño.
Camina despacio hasta la estación de tren, ni siquiera necesita pedir un billete, el abono mensual le evita tener que salir de su propio YO. En silencio, transcurren veinte minutos en tren, un momento especial para estar consigo misma...
Ya son cuatro años en la facultad pero sigue sentandose sola al final de la clase, prefiere no confiar en nadie, no quiere volver a sufrir... Por ello también come sola, acompañada del periódico o de una revista gratuita... Prefiere rodearse de ella misma, y de nadie más, así se siente más segura, al menos no se va a traicionar a sí misma...
Le encanta leer. Es lo mejor para huir de todo lo que le rodea, de imaginar Mundos diferentes, donde se sienta contenta y feliz... Intenta escaparse cuando tiene un momento a un parque cercano a su casa... allí se pasa muchas tardes, sólo allí, acompañada de los mejores cuentos de Mamerto Menapace, sólo allí se siente tranquila, sólo allí sonríe, sólo allí es feliz... Y no es una chica desafortunda.. tiene una familia que la aprecia, amigos que se preocupan por ella. y le va muy bien en los estudios... pero prefiere estar sola, hace tiempo le hicieron daño y no está dispuesta a que ocurra lo mismo, aunque por ello tenga que renunciar a la compañía...
Por las noches, después de cenar, le encanta asomarse a la ventana y, cuando no está demasiado nublado, contemplar a la luna... se imagina viajes fantásticos, noches mágicas, fiestas... los sábados escucha voces conocidas en el bar de abajo, divertiéndose, charlando... a veces le gustaría ser como ellos, estar segura de sí misma lo suficiente para confiar en los demás... pero no se siente con fuerzas... y por ello llora...
Bastante pronto se va a la cama, a veces lee un rato, no le gusta demasiado la tele, escribir sí... y no se le da demasiado mal... pero son secretos ocultos que siempre quedarán entre ella y su cuaderno... Cuando se hace el silencio en la calle, se tapa con la manta hasta arriba, casi le cuesta respirar, sientiéndose segura en su fortaleza de lana... y muchas noches, cuando todos duermen, llora en la oscuridad...

viernes, octubre 07, 2005

Días a Granel I

Seguro que ha madrugado, a las siete de la mañana me parece. De un golpe ha hecho callar al despertador digital de la mesita que acompaña a la cama matrimonial para uno. Se ha acercado al baño, se ha afeitado con una precisión propia de los relojes suizos que tiene Marcelo en la tienda y se ha dado una ducha rápida, ni fría ni caliente.
Un café negro y un par de galletas han compuesto su desayuno acompañado de las noticias que el locutor proclama con una alegría inusual para esas horas. A las ocho menos diez ha bajado al garaje, y se ha puesto en dirección al trabajo [menudas ganas madugar tanto para irse a currar].
Toda la mañana ha pasado entre reuniones, papeles y broncas a su secretaria [que me da a mí que ya no está en edad de que un tipo como él le de voces.. pero bueno]. Incluso ha desaprovechado los veinte minutos estipulados para tomarse el "café de media mañana", y mientras todos comentaban los nuevos fichajes del Madrid y la final de Operación Triunfo el se quedó revisando los apuntes para la reunión de la una [por cierto, ¿al final ganó el rubito ese con cara de tonto?].
Tras una comida fugaz y en silencio en la cafetería de la esquina, aprovechó la tranquilidad de los despachos para cerrar las últimas clausulas de la exportación de miles de kilos de maiz a México [y yo que creía que a los mexicanos les sobraba el maíz...].
A las seis decidió volver a casa. Sabía que hacía demasiado tiempo que no visitaba a sus padres a pesar de no vivir a más de cinco minutos en coche de ellos, pero asumía su fallo como hijo, excusado en las largas jornadas de trabajo. Ellos no tenían ni idea de lo ocupado y ajetreado que estaba su hijo... tenía una gran responsabilidad dentro de la empresa.
Antes de llegar a casa se detuvo un momento en el supermercado. Compró una caja de pechugas de pollo congeladas, un rioja de muy buena pinta, unas manzanas y unas lonchas de jamón serrano de esas que vienen embasadas en bandejas.
Aparcó el coche en su plaza de garaje. Y decidió pararse en la cervecería para tomarse una cerveza antes de cenar. En la soledad del tumulto del bar repasó mentalmente su agenda para el día siguiente. Subió a su piso y preparó las pechugas ya descongeladas en la plancha. Cenó frente al televisor y con los platos aún sin lavar se tumbó en el sofá hasta casi las doce, al son de una película de los años cincuenta, intercalando pequeños sueños entre las escenas de Bogar.
A las doce y diez se acostó, en una cama matrimonial para uno, esperando a la próxima señal del despertador.

miércoles, octubre 05, 2005

No desfallezcas

No desfallezcas... El laberinto de tu vida es de papel, las paredes son de palabras baratas, respira y tal vez, volveras a ser quien fuiste ayer. Cierra los ojos y respira, no caigas en la miseria, escucha a tu corazón que te guie hacia donde tienes miedo a caminar.
No desfallezcas... aquí estamos para todo y para todos, para que te apoyes en mi hombro pues yo me apoyaré en el tuyo cuando te necesite... para eso estamos los hermanos.. o eso dicen...
No desfallezcas... hay caminos que elegir, obstáculos que saltar, hay personas que cuentan contigo tanto como tu cuentas con ellas...
No desfallezcas... nadie dijo que fuera fácil, que todo está ganado y no hay nada que perder... arriesga, lucha, llora tal vez lo necesites, grita, levántate, golpea... pero no desfallezcas...

Ángeles de alas plegadas

A veces la vida se escribe en color azul tristeza, aliñada con perfumes baratos que nos invitan a dejar de caminar. Entonces, sólo entonces aparecen como bajados de nubes de terciopelo, ángeles de alas plegadas que nos agarran de la mano y nos hacen volar muy lejos de donde creíamos haber caido.
Dejan sus vidas por las nuestras, nos regalan sus canciones, nos sonríen y nos hacen llorar. Se hacen uno en nosotros, se atan a las puntas de nuestros dedos, están y sólo están, nada más...
Y son ángeles de alas plegadas, nada de ostentaciones ni de presunción. Son callados, nada alborotadores, no preguntan ¿qué tal vas?, sólo están y nada más.
Y visten ropas de diario, vaqueros, camiseta y jersey, bata de andar por casa, sudadera informal. Y no tienen ojos azules, o al menos no todos, ni la piel clara y reluciente, ni tirabuzones amarillos... pero tienen magia en sus ojos, calor en su corazón, ánimo en sus palabras y sólo están, y nada mas.

domingo, octubre 02, 2005

Aduanas


Que se vayan los que arruinan mi vida con sus canciones, con eternas melodías, con letras adormecidas por sentimientos mundanos, debilidades de humanos y excusas arrepentidas.
Y que me dejen tranquilo, que no llamen esta noche, que opto por escaparme a los pliegues de almohadas de camas de sábanas limpias, como valientes caricias, que huyo de esta nada.
Puertas abiertas que son las aduanas, que me hacen escapar de mis cadenas, de mis drogas limpias, de mis vicios poco humanos... Aduanas de nada que declarar, de declaro que nada tengo, que de todo huyo y declaro que el futuro no es claro, y que claro que quiero declarar que las aduanas me fascinan, que las miradas me matan y disfruto con el dolor de los prejuicios.
Aduanas hacia mundos no vividos, hacia nuevos encajes de desencajado, hacia puentes que se rompen para cruzar ríos de tristezas ocultas por los cielos ocultos bajo azulejo color mostaza. Nuevos mundos, letras nuevas, nueva música para atacar estómagos rotos por el odio amarrado al fondo de gargantas desafinadas que no están dispuestas a rendirse ante paredes de corazones armados.
Aduanas hacia la calle al lado, hacia el otro lado de la vida, hacia la vida de la calle. Aduanas de esperanza, de tristeza, de miedo, de asco....
Aduanas, para atrapar las vidas.