miércoles, octubre 12, 2005

Días a Granel II

Seguramente que se ha levantado prontito, casi al amanecer, por ejemplo a las siete en punto. Procura madrugar bastante para no andar con prisas, nunca le han gustado. Desayuna en la cocina, sola, acompañada de los ronquidos lejanos del resto de la familia que aún aprovecha una hora extra de sueño.
Camina despacio hasta la estación de tren, ni siquiera necesita pedir un billete, el abono mensual le evita tener que salir de su propio YO. En silencio, transcurren veinte minutos en tren, un momento especial para estar consigo misma...
Ya son cuatro años en la facultad pero sigue sentandose sola al final de la clase, prefiere no confiar en nadie, no quiere volver a sufrir... Por ello también come sola, acompañada del periódico o de una revista gratuita... Prefiere rodearse de ella misma, y de nadie más, así se siente más segura, al menos no se va a traicionar a sí misma...
Le encanta leer. Es lo mejor para huir de todo lo que le rodea, de imaginar Mundos diferentes, donde se sienta contenta y feliz... Intenta escaparse cuando tiene un momento a un parque cercano a su casa... allí se pasa muchas tardes, sólo allí, acompañada de los mejores cuentos de Mamerto Menapace, sólo allí se siente tranquila, sólo allí sonríe, sólo allí es feliz... Y no es una chica desafortunda.. tiene una familia que la aprecia, amigos que se preocupan por ella. y le va muy bien en los estudios... pero prefiere estar sola, hace tiempo le hicieron daño y no está dispuesta a que ocurra lo mismo, aunque por ello tenga que renunciar a la compañía...
Por las noches, después de cenar, le encanta asomarse a la ventana y, cuando no está demasiado nublado, contemplar a la luna... se imagina viajes fantásticos, noches mágicas, fiestas... los sábados escucha voces conocidas en el bar de abajo, divertiéndose, charlando... a veces le gustaría ser como ellos, estar segura de sí misma lo suficiente para confiar en los demás... pero no se siente con fuerzas... y por ello llora...
Bastante pronto se va a la cama, a veces lee un rato, no le gusta demasiado la tele, escribir sí... y no se le da demasiado mal... pero son secretos ocultos que siempre quedarán entre ella y su cuaderno... Cuando se hace el silencio en la calle, se tapa con la manta hasta arriba, casi le cuesta respirar, sientiéndose segura en su fortaleza de lana... y muchas noches, cuando todos duermen, llora en la oscuridad...

2 comentarios:

Alvaro Bode dijo...

Me has conmovido sniff, sniff! Es una lástima que no deje que nadie entre en su fortaleza...

Anónimo dijo...

Por eso, por eso tan sólo debemos confiar en la bondad de los desconocidos.. como dicen por allí.