Quien avisa no es traidor mi compañera, y sabemos, sin dudarlo, que esto duele. Que los besos traicioneros se disparan aferrándose a estaciones sin más trenes.
Las miradas eléctricas existen, mas yo firmo un contrato en blanco y negro, te regalo mi existencia traicionera, y que sea, en tu bolsillo, tu amuleto.
Me acostumbro a despertarme en tu ombligo, nos volvemos cada noche a nuestro sueño, reconozco mi sincero miedo eterno, entre celos de pasados y esperpentos.
Mas rehuyo de versículos rosados, prefiriendo la crudeza de los días, pues ya somos como dos gatos urbanos, rebuscando en la basura nuestras vidas.
Y disculpas por lo abstracto de los versos y la poca calidad de las palabras, pues fueron robadas por un corazón que alguien dejó olvidado en una cama partida en pedazos