viernes, mayo 09, 2008

6.11

A las seis y once de cualquier cinco más uno las noches del taxi sin destino volvieron a apalear las costillas de quienes soñaron sobre los árboles la misma vida. Arroparon las burbujas los silencios, y abandonos por cansancio sonreían, en hostal improvisado a cortas horas, por aquellos de corbata enrarecida.

Sedentario no fue el perro aquella noche, entre acordes de hormigon y sangre fría. Entre lloros, entre risas y lamentos. Entre "vamos, se hace tarde", entre niñas. Entre amigos de lo ajeno y entre hipócritas. Entre "vente, no te vayas", en cenizas. Entre puertas ya cerradas, corazones. Entre ásperas, raídas, las baldosas; deseosas que las pise alevosía.

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