martes, enero 15, 2008

Trincheras somnolientas

Cuando los músicos frustrados rasgan acordes rotos, las melodías
arrancan telarañas de los corazones raídos por el tiempo, con méritos
propios para el club de la misantropía

Y al cerrar los días dadivosos, los finales podrían ser mejores,
rematados por tardes homicidas en las semanas de dos domingos y uno
doble, que secuestran la ilusión y el verde vida, de funambulistas en
cuerdas de violines sordos.

Despedidas de cristal que quitan puntos a los ánimos perdidos en
enero. Las sonrisas corren riesgo de apagarse, y los ojos lindos son
buena diana, de cacos sinsentido y sinvergüenza, pues a altas horas
madrugada, todo queda en poco más que unas miserias, ante necio
observador de tramontana, ante joven escritor de pluma vieja.

Y las camas no son una, sino ambas. Respectivas trincheras
somnolientas. Donde todo, al final, sigue su curso. Donde todo al
final se recompensa.

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