domingo, enero 14, 2007

Hora y cinco

El ligero roce de una sonrisa eterna bastó para espantar las polillas nerviosas e inseguras escondidas tras el ombligo. La gran avenida se abría hasta más allá de donde nadie quiso llegar, calles de rosas, tés fríos y calientes, caricias ocultas en la mesa de la entrada...

La luna miraba a lo lejos, sorprendida porque de nuevo algo encajaba... y los animales se arrimaron a verlos, en la inmensidad de la noche madrugadora, donde soñaban con viajes y fines de semana.

Y la noche pasó, separados por un beso y un bono de tren....

... y tras una hora y cinco... la añoró de nuevo...

3 comentarios:

Darkbelt dijo...

Ooooohhhh... qué bonitoooo... ;-P

les dijo...

el ligero roce de esa sonrisa lo atrapo para siempre...

muy lindo

"la añoro de nuevo"

Alvaro Bode dijo...

Oh, oh, oh!!! Tenemos un problemaaaa!!!!

Se nos está enamorandoooo o ya lo está???

Un abrazo señor ;)