El ligero roce de una sonrisa eterna bastó para espantar las polillas nerviosas e inseguras escondidas tras el ombligo. La gran avenida se abría hasta más allá de donde nadie quiso llegar, calles de rosas, tés fríos y calientes, caricias ocultas en la mesa de la entrada...
La luna miraba a lo lejos, sorprendida porque de nuevo algo encajaba... y los animales se arrimaron a verlos, en la inmensidad de la noche madrugadora, donde soñaban con viajes y fines de semana.
Y la noche pasó, separados por un beso y un bono de tren....
... y tras una hora y cinco... la añoró de nuevo...
3 comentarios:
Ooooohhhh... qué bonitoooo... ;-P
el ligero roce de esa sonrisa lo atrapo para siempre...
muy lindo
"la añoro de nuevo"
Oh, oh, oh!!! Tenemos un problemaaaa!!!!
Se nos está enamorandoooo o ya lo está???
Un abrazo señor ;)
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