viernes, febrero 01, 2008

Pequeño

Y que muera la vida, que no renazca. Y que las palabras dejen de amargar alma y mente, ojo y oído necio. Y que el mundo se una al mundanismo. Y que las manos arruguen almas en vilo y contrapelo.

Estómagos apolillados volaron lejos, tras los últimos destellos de luna en la mañana. Inocencia sesgada por cinco monedas rosas. Tripas rotas, curvas sinuosas.

El músico quedó sordo, manco el trilero, cansado el explorador, quedo cobarde el buscador de aventursas, llorando se vió al tirano, egoísta el santo, tembloroso el cirujano, mudo el poeta...

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