sábado, noviembre 10, 2007

En la azotea del mundo

La química, que escondimos pruedentes de los ojos grises del mundo, se rompió en un beso de pasión con el duelo de noviembre. Detener la vorágine de caos y miradas furtivas fue tarea fácil para los vientos del norte que como crueles tiranos de imperios rotos, acaparan más de lo que pueden llegar a amar.

Cerraron las paradas del autobús de la calle infinita con portal de sonrisas. Y los acordes sonaron raros en la lejanía. Las invitaciones de fiesta quedaron hechas pedazos, como pedazos fueron cada una de las ilusiones de madrugada.

Y en la azotea del mundo el viejo observa, con el corazón enjaulado sólo por miedo, cómo los pilares de la alegría parecían tambalearse en las noches de soledad a contrapelo y ratones grises en calles oscuras. Pues no hay dolor mayor que las lágrimas robadas por verdades ajenas. Y entonces, sólo entonces, dio media vuelta como herido de muerte proponiéndose huir para , al día siguiente, volver a nacer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se rompió la química... eso nunca pasa, quizá se transformó?

Es extraño, volver a nacer...